Prana Blog
Un blog de José Manuel Martínez Sánchez
Lo no-dual indica -al decir que no hay dos- que la realidad mental tal como se concibe (yo-tú, observador-objeto observado...) es una ilusión, un filtro que distorsiona la realidad esencial. Vedanta significa "conocimiento último", es decir, señala la conclusión final de la sabiduría de los vedas, dentro del marco del hinduismo, sosteniendo, por tanto, que la realidad última es no-dual. Textos como la Bhagavad Gita, las Upanidads, las obras de Shankara o más recientemente las palabras Ramana Maharshi o Nisargadatta, insisten una y otra vez en que nuestra naturaleza real está más allá de toda dualidad y con esto se incluye todo lo que pueda ser concebido por la mente y el conocimiento que de por sí es dual y con ello poco fiable. Sin embargo el conocimiento puede aproximarse -mediante la indagación u otros métodos propositivos- a la realidad última, al descartar, por ejemplo, lo que no somos. Al descartar que no somos la mente, que no somos lo dual, ¿qué queda? Si yo no soy el nombre ni la forma, ni este cuerpo ni la identidad psicológica que va asociada a él, ¿qué queda? Si yo no soy el tiempo ni el espacio, ¿qué queda? Acaso puede atisbarse esa realidad última. Sin embargo, aunque difícil de conceptualizar, en ningún momento está ausente o lejos de uno mismo pues, finalmente, es lo que somos, es nuestra naturaleza real que, más allá del velo de la mente, resplandece constantemente, en lo ilimitado y sin nombre, en la verdad del Corazón cuya elocuencia más sincera es siempre el silencio. Pues es ahí donde se expresa la claridad impronunciable pero evidente y omnipenetrante del Ser. La conciencia de “yo” a menudo se considera hacedora de sus actos. La principal sabiduría radica en conocer que no hay hacedor alguno, que todo es una manifestación espontánea y perfecta de la conciencia. La conciencia de testigo ve proyectados los fenómenos, entre los que se incluyen los propios actos, el propio cuerpo, como una manifestación más, completamente impersonal. Si atendemos al testigo, a ese espacio que no puede ser tocado, que no es sujeto ni objeto, que no puede nombrarse, que acaso es una cualidad, una chispa de luz que permite la manifestación, nos damos cuenta fácilmente del inmenso misterio y milagro de eso que sucede. Inmediatamente vemos que Brahman, Dios, sucede en el tiempo, ahora, y, como el universo, su orden, estructura, funcionamiento, escaparía a todo entendimiento racional… simplemente está ahí, como un sueño aparece al cerrar los ojos, al dormir, y un mundo a veces incomprensible, ilógico, desafiante con las leyes de la física, tiene lugar, se presencia. Esta diferenciación que hace la mente dual entre lo real o lo fantástico, entre el sujeto o el objeto, lo sensible o lo conceptual… no es más que un mismo movimiento haciéndose visible por medio, precisamente, de la diferenciación, de la dualidad. La dualidad, en sí, no la crea la mente sino que viene con ella, y toda la manifestación ordinaria de la vigilia se observa así. No obstante, ese que observa… no es nadie. Y esta es la gran comprensión. El gran suceso que sobreviene y sobrecoge por su verdad arrolladora. No es nadie, es no dual, es el acogedor de lo infinito, de lo eterno, del sueño, de lo real, de la nada y del todo. José Manuel Martínez Sánchez TEXTOS RELACIONADOS EN ESTE BLOG:
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