Prana Blog
Un blog de José Manuel Martínez Sánchez
Buda alcanzó la iluminación al comprender las causas del sufrimiento, de este modo se liberó de la ignorancia y de las ataduras del deseo. En el sentido más profundo, comprendió que no había nada que alcanzar. La comprensión le trajo el despertar, lo sacó de la ignorancia y le llevó más allá del apego a la existencia y el consecuente deseo de devenir. Partió firme hacia el conocimiento, liberándose de todo el enjambre -logrando la cesación completa- del deseo y de sus causas. Esto lo realizó meditando, yendo hacia dentro. Es decir, no evadiéndose de sí mismo, sino viendo a través suyo lo que el ser es. Nos trasmitió que esto se podía lograr (que había un camino medio, equilibrado, para experimentar el claro despertar), que todos podemos acceder a esa dicha del autoconocimiento, a esa liberación que consiste en saber vivir sin ser presa de las emociones, pasiones, deseos y motivos egoístas.
Fue su propia luz desde entonces, el devenir dejó de ser causa de aflicción involuntaria y se trasladó al gran dominio de la comprensión de la verdad en todo momento, en todo movimiento, en toda acción y palabra, consciente, compasiva y profundamente atenta. Esta es parte de la valiosa sabiduría que Buda nos trasmitió, que él supo al encontrarla en su interior, fue la verdad que llevaba consigo el buda que también todos tenemos dentro como fermento, semilla, parte evolutiva, de la conciencia que somos. La historia de Buda nos habla de nosotros mismos, de la propia historia interior del hombre, de un hombre que se trata con profundo respeto, que busca encontrarse porque se ama y porque quiere cuidar lo que hay dentro de él, porque sabe que el sufrimiento, el egoísmo o el odio nada le aportan y que esa liberación anhelada es sencillamente un acto de amor, el límpido acto de amor hacia el ser que sabe que vive en él así como en todos (al puro ser, no al sentimiento de individualidad –no hay tal atman: anatman- sino al ser en todo) por eso Buda predicó ese encuentro con la conciencia, predicó esa forma de estar en el mundo completamente en armonía, consigo mismo y con los demás, completamente aquí, ahora, y no en otro lugar, abierto a la verdad que se traduce de la contemplación no enturbiada por nada, directamente fijada en lo que está aquí (el dharma). En el Isha Upanisad encontramos estas bellas palabras: “Quien ve en todos los seres al yo y al yo en todos los seres, a nadie odia”. Es así que el amor no conoce de destinatarios concretos sino que es el amor por sí mismo el que se revela en todo acto hacia dentro o hacia fuera, es su propia personificación, donde entramos nosotros, ellos, aquellos y todos los seres, es la identidad auténtica con lo Absoluto, con el Brahman. Leemos en el Brihad Araniaka Upanisad: “Hay identidad entonces entre el Atman, el yo individual, miel de todos los seres, y Brahman”, una identidad total con lo sin nombre, aquello que es todo y nada o ni todo ni nada, la verdad interior, inmaterial, pero viva, consciente, en el corazón de los hombres: el amor compasivo. Qué bella verdad la que trae el conocimiento, el despertar. Sólo nos queda añadir entonces, como expresa el Dammapada: “Feliz es el nacimiento de los Budas”.
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